De tus ojos oscuros se bebieron los míos
tu mirada extendida de quietud y veranos,
se mudaron los montes a senderos extraños
a beberse las lágrimas de la roca y los ríos
Te esperé como tantos retoños su poda
como en la última brisa, la tarde, el rocío
como prosa en la sed de la rima del río
y las letras sedientas de la miel de mis odas
Cuando llega la tarde su agonía al ocaso
con celajes azules del horizonte acomodan
a mis manos abiertas añorando tus recuerdos
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